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| Foto Yotas |
Hace algunos días, mi prima Oggi hizo un almuerzo. Ese día perdí a mi mejor amiga, que allá llegó con una vaporera de bambú, una bolsa llena de exquisiteces para enseñarnos el arte de comer edamame.
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El edemame es el poroto de la soya. Esta leguminosa cambia de nombre según su estado. Cuando está biche y en la vaina se llama edamame. Cuando se le extrae el jugo este se llama leche de soya, cuando el jugo se espesa como queso se llama tofu, si se fermenta se llama salsa de soya y cuando se come tostado y seco, semillas de soya.
En todo caso, prosigo con el almuerzo en el que perdí a mi mejor amiga, quien sacó de la bolsa una bandejita llena de lo que parecían ser alverjas en su vaina. Las lavamos y pusimos en la vaporera unos 8 minutos sobre una olla hirviente.
Esa tarde mi mejor amiga me regaló la vaporera de bambú y desde entonces no me volvió a contestar mails, ni llamadas, ni mensajitos. Me subió el vidrio sin decir ni pío.
Los edamames después de cocidos se secan con un limpión y se tuestan sin grasa sobre un sartén grueso hasta que se quemen por partes. Este paso se puede saltar, sin embargo la vaina tostada les da una terrosidad agreste similar a la de la mazorca a la brasa, sabor que recomiendo incluir en la receta.
Le he dado vueltas a las conversaciones que tuvimos ese día, he repasado la tarde varias veces, recuerdo que cuando salimos del almuerzo me acompañó a comprar ajonjolí tostado y allá nos despedimos, sin yo saberlo, para siempre.
Siguiendo con la receta. En una tacita, si posible japonesa que sabe mejor, se mezclan miti-miti salsa soya y agua. En otra se pone el ajonjolí tostado al que se le agrega sal marina.
Para comer los edamame, primero las vainas se sumergen en la tacita con la salsa soya, luego se meten en la que tiene el ajonjolí con sal marina, después se introduce la mitad del edamame en la boca. ¡Ojo! No se come la vaina. Se hala arrastrándola entre los dientes para sacarle los granos.
El ajonjolí, la sal marina y el poroto de soya forman una explosión de sabores al ser mascados. ¡Qué delicia!
Y sobre la sal de mar, resulta que soy muy privilegiada porque tengo otras buenas amigas, como Karen que me regaló una libra de Fleur de sel, Le Sel D´Isabelle.
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| Foto Yotas |
Es super interesante el cuento de la flor de la sal: la isla de Ré, donde la cultivan, tiene el mar más limpio de toda Francia y sus minerales le dan un gusto muy especial, diría yo, casi dulce. Por su sabor y porque se recoge a mano y es muy escasa, se considera una exquisitez.
La dificultad de recolectar la flor de la sal consiste en que sólo en los días muy soleados se forma una piel de pequeños cristales sobre la superficie del agua en las piscinas de las salinas. Estos cristalitos se recogen peinando la superficie con unas palas especiales. Pero, esto sólo se puede lograr si se tiene la suerte de que ese día no soplen vientos que revuelvan el agua, haciendo que la sal se precipite al fondo de las piscinas.
La dificultad de recolectar la flor de la sal consiste en que sólo en los días muy soleados se forma una piel de pequeños cristales sobre la superficie del agua en las piscinas de las salinas. Estos cristalitos se recogen peinando la superficie con unas palas especiales. Pero, esto sólo se puede lograr si se tiene la suerte de que ese día no soplen vientos que revuelvan el agua, haciendo que la sal se precipite al fondo de las piscinas.
Esta flor tiene un tinte grisáceo debido a los minerales y a veces tiene tonos rosáceos por las algas marinas de la región, que le dan ese gusto especial. Es muy húmeda aunque no se deslíe con facilidad. Al ponerla sobre la punta de la lengua se sienten los cristalitos de distintos tamaños que se demoran en disolver, mientras sueltan de a pocos ese magnífico sabor indescriptible del Atlántico francés. ¡Voilá, la fleur de sel!
Ver como se recoge esta flor marina:
En todo caso, con fleur de sel o con la deliciosa sal de Manaure, los edamames son un descubrimiento. Y además de que son sabrosísimos, son buenos para bajar el colesterol, bajar la tensión y bajar y subir mil vainas más.
Y para agradecerle a mi fugitiva amiga haberme enseñado a comer el edamame, en su honor le enmarqué su foto.
